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sábado, 3 de noviembre de 2012

Los castillos del Vinalopó: Sax


El Castillo de Sax fue construido por los almohades en el siglo X. Fue durante la edad media uno de los enclaves más importantes a nivel estratégico, dada su ubicación en la frontera que separaba las coronas de Castilla y Aragón. Tres siglos duró la ocupación de los musulmanes, quienes serían los encargados de construir una torre vigía, convertida por los cristianos, más tarde, en una capilla dedicada a San Jorge.


El emplazamiento estratégico del castillo de Sax y las constantes disputas entre musulmanes y cristianos por el dominio del territorio convirtieron a esta fortaleza en un ansiado trofeo, de cuya consecución dependía la autoridad en las poblaciones aledañas. Ya a principios de 1239, las tropas del Vizconde de Cardona intentaron hacerse con estas tierras cercanas al río Vinalopó mediante la conquista de esta construcción sajeña, ante su fallido intento por rendir Villena. Pero no fue hasta finales de ese mismo año cuando la Orden de Calatrava, junto a las tropas del Comendador de Alcañiz y varios destacamentos almogávares lograron hacerse con el control de la ciudad de Villena, junto a la que cayeron otras poblaciones, entre ellas, Sax.
Tras permanecer durante cinco años tutelada por la Corona de Aragón, en 1244 pasó a manos castellanas, concretamente al Reino de Murcia, tras la firma del Tratado de Almizra, que sellaba la paz entre las coronas de Castilla y Aragón y rediseñaba las fronteras del Reino de Valencia.



Ya en manos cristianas, el castillo de Sax experimentó diferentes transformaciones entre los siglos XIV y XV. Las más importantes fueron las acometidas por Juan Pacheco, marqués de Villena y uno de los más ilustres dueños que ha tenido esta construcción. De su mano llegaron las obras de refuerzo defensivo de la primigenia muralla almohade y la construcción de la torre del homenaje, o torre maestra, lugar donde tenían sus aposentos el alcaide y el señor del castillo. A pesar de que la naturaleza del castillo era de fortaleza defensiva, el marqués de Villena lo dotó de todo el esplendor decorativo, símbolo de la riqueza que ostentaba la familia Pacheco. Un ejemplo de esto es la decoración exterior de la torre, compuesta de nódulos férricos repartidos por toda la superficie de la pared; por otro lado, también se puede advertir que los techos de las escaleras son escalonados, tomando varios de ellos forma de arco apuntado.




A pesar de las mejoras defensivas que Juan Pacheco añadió al castillo, éstas no cumplieron la función para la que fueron construidas. Entre 1474 y 1476 tuvo lugar en la zona la Guerra del Marquesado, que formaba parte de la disputa que estalló tras la muerte de Enrique IV. Isabel, la hermana del monarca, y Juana de Trastámara, la Beltraneja, hija del difunto rey, se disputaban la Corona de Castilla, junto a muchos otros nobles castellanos, acusaba a su propia sobrina de no ser hija biológica de Enrique IV. El marqués de Villena decidió tomar partido por Juana de Trastámara y fue atacado por partidarios de Isabel de Castilla, en concreto, por el conde de Cocentaina, Joan Roís de Corella. Aunque en un principio el castillo de Sax y  sus ocupantes aguantaron los envites de la ofensiva de Corella, finalmente el conde de Cocentaina logró hacerse con la fortaleza, gracias al uso de bombardas, cuyos proyectiles dejaron profundos surcos en la torre del homenaje, y a la ayuda de los propios sajeños, hartos de las constantes subidas de impuestos de su señor, el marqués, para poder costear su participación en el combate.

Además de las murallas, la capilla de San Jorge (antigua torre almohade) y la torre del homenaje, dentro de las murallas del castillo se pueden encontrar otras construcciones de diversa utilidad para sus ocupantes. A los pies de la torre del homenaje, en la cara sur, se halla una cueva excavada en la roca, donde, posiblemente, se almacenasen los víveres para la subsistencia, tanto por parte de los primeros habitantes musulmanes, como a principios de la época cristiana. En el espacio inferior de la capilla de San Jorge, en la cara norte de la torre maestra, se edificó un aljibe de gran capacidad, posiblemente construido cuando el castillo aún permanecía bajo tutela de la Corona de Aragón. El propio rey Jaume I recomendaba a los señores de los castillos aragoneses que realizasen grandes depósitos para recoger la mayor cantidad posible de agua; de esta manera se evitaría escasez en el caso de tener que vivir asediados durante meses.

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