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sábado, 3 de noviembre de 2012

Los castillos del Vinalopó: Biar


En Biar se encuentra otro de los castillos significativos que se levantan a orillas del río del Vinalopó. Sin embargo, ésta no es una simple construcción civil o defensiva. El establecimiento de la línea Biar – Busot como frontera de los reinos de Aragón y Castilla hizo que la fortaleza biarense fuera un emplazamiento estratégico muy codiciado por musulmanes y cristianos. Construido por los almohades en el siglo XII y con una torre de 19 metros de altura, elevado a más de 700 metros sobre el nivel del mar, este castillo ha visto el devenir de los tiempos a lo largo de la frontera aragonesa durante casi nueve siglos.


La primera referencia que consta de este fortín data de la primera mitad del siglo XII y fue recogida por Al-Idrisi, un reputado cartógrafo andalusí. Teniendo en cuenta que los almohades no llegaron a la zona de Biar hasta 1172, es posible que antes de esa fecha ya existiese un recinto fortificado en el Cerro del Castillo, actual emplazamiento del castillo de Biar.

Otra de las primeras referencias que se puede encontrar del castillo es la que se encuentra en el Tratado de Cazorla de 1179, donde Alfons II de Aragón y Alfonso VII de Castilla acuerdan el reparto de los territorios musulmanes que quedaban por conquistar. La zona de Biar queda en el lado aragonés, emplazando al pueblo como frontera entre las coronas castellana y aragonesa. El tratado de Almizra, en 1244, ratifica esa situación.



En febrero de 1245, y tras cinco meses de asedio, Jaume I logra rendir el castillo de Biar, el cual pasó a de manos musulmanas a manos cristianas. Sin embargo, el siglo XIII de nuestra era no fue una etapa en absoluto tranquila para esta fortaleza aragonesa.

Diversas revueltas musulmanas y el levantamiento de los reinos de Granada y Murcia contra la corona de Castilla, provocaron que la propiedad de la construcción fuese muy disputada, aunque finalmente permaneció en manos de la Corona de Aragón.

Debido a estos conflictos, la primigenia muralla almohade construida en tapial hubo de ser reconstruida y reforzada con mampostería a finales del siglo XIII, construyéndose de paso la muralla exterior. Además, durante el siglo XV, se restauró la primera planta de la torre del homenaje y se añadió la planta superior y la terraza, dotándola de matacanes defensivos para repeler de una manera más eficaz los ataques enemigos. Junto a la torre maestra, dentro de la muralla inferior, comenzaron a surgir varias dependencias destinadas a diferentes funciones de la vida cotidiana. Una de las más importantes, como viene siendo habitual en este tipo de castillos, era el aljibe, que en el caso de Biar se encontraba tallado en piedra y descubierto, para recoger con mayor facilidad el agua de lluvia.

A finales del siglo XV, el castillo de Biar inició un lento proceso de despoblación. A pesar de que la fortaleza fue destinada a diferentes usos a lo largo de los años – incluso a finales del siglo XIX sirvió como cementerio municipal -, la falta de habitantes en el interior de sus muros provocó que los materiales empleados para su construcción fueran deteriorándose poco a poco, siendo necesaria una amplia y potente restauración que todavía hoy sigue en marcha.

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