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sábado, 3 de noviembre de 2012

Historia de Tabarca


La isla de Tabarca refleja la historia más profunda de nuestra cultura marítima. Isla testimonial de ataques piratas hasta bien entrado el siglo XVIII, hoy es uno de nuestros referentes turísticos. Repleta de restaurantes de gastronomía local, Tabarca acogió en su día a multitud de familias genovesas que huían del cautiverio de un rey tunecino. Referente ecológico desde 1986 cuando fue declarada primera reserva marina de España.


Existen múltiples muestras de distintas civilizaciones que pasaron por esta diminuta isla. Ha recibido diversos nombres, todos ellos relacionados excepto por el que conocemos ahora. Planesia e Illa Plana describen la principal característica de la isla: su uniformidad. También conocida como Isla de San Pablo o de Santa Pola debido a su cercanía con esta población del Baix Vinalopó, que consideran la Isla de Tabarca como propia pese a pertenecer al municipio de Alicante desde hace ya dos siglos y medio. Finalmente se acabó llamando Nueva Tabarca una vez consiguieron dotarle de un núcleo poblacional estable.

Historia de Tabarca

Los primeros restos que se encuentran en sus orillas son ánforas romanas que muestran el paso o establecimiento de población milenios atrás. El geógrafo árabe Al-Idrisi, en el siglo XII, se refiere también a la isla en sus trabajos, mencionando técnicas de navegación y el naufragio de numerosas embarcaciones en la época.

Pero los primeros datos documentados no se encuentran hasta siglos posteriores a la conquista cristiana. Entre los documentos del Archivo Municipal de Elche hay referencias de intentos de construcción de una torre vigía en el año 1337. También hay constancia de que nueve décadas después, un pescador alicantino llamado Bartolomé Vidal demanda la construcción de una torre vigía. Tabarca era una isla constantemente asediada por piratas berberiscos. Carecía de un núcleo poblacional estable que le dotara de una defensa adecuada, hecho que no anteponía ninguna dificultad para quienes quisieran atacarla. Esta situación no era favorable para los pescadores de la época, que veían como el foco de mayor riqueza pesquera de toda la provincia era un núcleo inestable y constantemente asediado. Esta historia cambió en la segunda mitad del siglo XVIII.

A mediados del XVI, galeras genovesas navegaban bajo las órdenes del almirante Andrea Doria y derrotaron al corsario Dragut, convirtiéndolo en prisionero. A cambio de su libertad, Dragut cedió a Génova una pequeña isla situada a muy pocas millas de la costa tunecina: Tabarka. Tras varias disputas y desencuentros, en 1741, los genoveses tabarquinos son reducidos a la condición de esclavos. Quedaron así durante más de quince años bajo las órdenes de autoridades tunecinas. En 1769, las tropas de Carlos III acuden al rescate de estos genoveses que son trasladados a Alicante para que posteriormente sean destinados a la isla de San Pablo que se rebautizará como Nueva Tabarca debido a la procedencia de sus nuevos habitantes. Unas setenta familias de origen genovés se instalarían en la isla. Otras serían destinadas a la isla de San Pietro, cercana a Cerdeña, isla hermanada con Tabarca, tal y como apunta una de las placas que hay a la entrada del núcleo central de la isla y la plaza central de la misma, que recibe, precisamente, en nombre de Plaza San Pietro como símbolo de hermandad. El objetivo no era otro que el de poblar la isla con un núcleo estable de personas que garantizaran la seguridad y la protección del territorio, fundamental para la pesca alicantina.




El hecho de crear un núcleo poblacional estable en la Illa Plana dio lugar al cambio de gobernación en la misma. Siempre perteneció a Elche debido a su cercanía. Pese a ser conocida como isla de Santa Pola, este municipio no logró la independencia hasta 1812, cuando la primera Constitución Española dio a los pueblos la oportunidad de independizarse si lo conformaban más de mil habitantes. Hasta entonces, Santa Pola siempre formó parte del término municipal ilicitano y por tanto, lo mismo ocurrió con la Isla de Tabarca. Es a partir de entonces cuando pasa a pertenecer a Alicante, capital de gobernación, ante la necesidad de implantar allí una guarnición militar debido al peligro que seguía acechando la isla: los ataques piratas.

La presencia de genoveses y sus descendientes tabarquinos en la isla sigue presente en la ciudad de Alicante y en pueblos gracias a apellidos como Galiana, Parodi, Jacobino, Ruso, Raggio y muchos otros. La emigración de los tabarquinos de la isla dio lugar a que sus apellidos de origen italiano se expandieran por nuestro territorio.

Estabilidad y prosperidad

Tras el asiento de una población estable, la isla de Nueva Tabarca comenzó a prosperar con la construcción de diversas infraestructuras portuarias y otros elementos favorables para un desarrollo digno. En 1770 se estableció una almadraba para la pesca de atunes.
Una de las primeras construcciones destacables fue la Torre de Sant Josep, en 1790, con funciones de vigilancia. Ha sido utilizada como cárcel y como cuartel de la Guardia Civil en la isla. La Casa de Gobernación y la iglesia de San Pedro y San Pablo son las construcciones más destacadas de la isla y también fueron creadas poco después de la consolidación poblacional.




La isla quedó amurallada y en estas murallas se construyeron tres arcos de entrada y salida: el de San Rafael, al este, conocido popularmente como Portal de la Caleta; el de San Gabriel, al oeste, conocido como Portal de la Cantera; y el de San Miguel, al norte, conocido como Portal del Muelle. Estos tres nombres de los portales coinciden con los nombres de los tres arcángeles.

Mención especial merece el cementerio de la isla, situado en el sur de la misma, pasada la Torre de Sant Josep y el campo donde se conservan especies únicas, encontramos un cementerio diminuto con la puerta cerrada. Se tienen datos de que hasta 1862 estaba al aire libre, lo que provocaba graves problemas de salud para los habitantes de la isla.




La Tabarca de hoy
Pese a que hoy es un referente turístico que enamora a todos sus visitantes, Tabarca nunca fue un lugar agradable en el que asentarse. En la década de 1960, la actividad de la almadraba se practicó sin control alguno por todo el mar Mediterráneo. Esta era la fuente básica de alimentación en la isla y el descontrol de su actividad da lugar a que el atún acabe escaseando y en consecuencia perjudique gravemente el oficio. Ese declive de la actividad almadrabera coincide con una nueva época de bonanza económica derivada del turismo.



Pero la emigración de la isla no puede justificarse sólo en base al declive de la pesca. En Tabarca nunca hubo equipamientos ni infraestructuras suficientes. El agua potable no llegó a la isla hasta el 16 de julio de 1984. Hasta entonces, los habitantes se abastecían de los numerosos aljibes y pozos que había en sus tierras, suministrados de agua por buques cisterna que la transportaban desde Alicante. La luz eléctrica no llega hasta 1998. El cierre de la escuela dio lugar al declive definitivo del asentamiento en una isla que hoy vive exclusivamente del turismo. En invierno, difícilmente supera los 30 habitantes, aunque hay censados 69. Los únicos habitantes fijos son los dueños de los comercios.


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